Contribuyente: Brian Tavera Restrepo

Responsable: Daniel Alejandro Ramírez Castro

Del 9 al 13 de Abril

 

En esta semana se seleccionaron las bacterias puras que ya habíamos aislado del suelo de un cultivo de tomates, las cuales son nombradas C, G2, I3, J1, K, L, M2, M1, N, O y fueron descritas de forma macroscópica.

Dichas bacterias las repicamos en una cámara de flujo con tres repeticiones por cepa, esto fue hecho para enfrentarlas contra el patógeno fusarium sp y así encontrar una posible bacteria antagonista.

 

 

Contribuyente: Marlon Andrés Martínez Escudero

Responsable: Daniel Alejandro Ramírez Castro

16 al 20 de Abril

 

Esta semana fue invertida totalmente a la redacción de nuestro proyecto.

 

Le trabajamos de lleno al siguiente marco teórico:

 

El tomate (Lycopersicon esculentum Mill.) es la hortaliza más importante en muchos países del mundo. Su cultivo está difundido a todos los continentes y representa una de las principales fuentes de vitaminas y minerales para las personas (ESQUINAS-ALCAZAR y NUEZ, 1995). Por su alto contenido en agua, ayuda a bajar la temperatura corporal en casos de fiebre y exposiciones solares intensas; sirve también com diurético y refrescante. El tomate contiene vitaminas A, B1, B2, B3, B6, C, K y E, así como numerosas sales minerales, por lo que se considera remineralizante, repone las vitaminas y la energía y ayuda al equilibrio celular. Por todo ello, los expertos sostienen que ayuda a prevenir la formación de algunos tumores que podrían ser cancerosos, como en el caso de cáncer de colon o de próstata (Fernández, 2008).

 

Colombia se encuentran entre los siete principales países productores de tomate en Latinoamérica con un rendimiento promedio de 25,78 Ton/ha y 14.530 ha cultivadas, repartidas en  19 departamentos, estando la mayor producción (80%) concentrada en los departamentos de Antioquia, Cundinamarca, Santander, Huila, Valle, Tolima, Boyacá, Cesar, Nariño, Atlántico y Guajira (Jaramillo, J., Rodríguez, V., Guzmán, M., Zapata, M. & Rengifo, T., 2007). Para el año 2005 se sembraron 14.435 hectáreas, lo cual representó el 15,98% del área hortícola del país, con un volumen de producción de 363.928 toneladas (Jaramillo et al., 2007). Este sistema de producción es altamente generador de empleo y se calcula que una hectárea requiere alrededor de 160 jornales por ciclo de producción, lo cual representa alrededor de 2.309.440 jornales; además, el período de cosecha dura entre 100 a 110 días, no necesita una gran extensión de terreno, se adapta a diferentes tipos de suelos, su fruto es objeto de una gran demanda en el mercado, tanto para el consumo directo como para la industria, puede producir buenas ganancias y su consumo en la alimentación familiar es indispensable (Consejo de Bienestar Rural, 1962; Jaramillo et al., 2007).

 

Se cultivan principalmente dos tipos: los tomates para consumo fresco, con alto contenido de agua en el fruto y el tomate para la elaboración de salsas, con menor contenido de agua, mayor contenido de sólidos solubles y pectina, pulpa más gruesa, entre otras propiedades (Dirección General de Investigación y Extensión Agrícola, 1991). La temperatura óptima promedio para su desarrollo está entre 21 y 24°C. La temperatura máxima no debe sobrepasar de 37°C y la mínima no debe ser inferior a 15°C. La temperatura nocturna puede ser determinante en el cuaje de los frutos y debe oscilar entre 15 y 20°C para las variedades tradicionales, aunque existen líneas mejoradas de Taiwán que poseen resistencia a las altas temperaturas. Requiere de un buen suministro de humedad ya que el exceso o déficit de ésta produce desórdenes fisiológicos y aumenta el riesgo de enfermedad (Dirección General de Investigación y Extensión Agrícola, 1991).

 

El tomate prospera en diferentes tipos de suelo, aunque los más indicados son los suelos sueltos, fértiles, bien aireados y con buen drenaje interno y capacidad de retener humedad, de texturas francas a franco arcillosas, con contenidos de materia orgánica altos, por encima del cinco por ciento, y buen contenido de nutrientes. (Jaramillo et al., 2007).

 

El tomate es un cultivo muy susceptible al ataque de plagas y enfermedades, las cuales han disminuido la producción en los últimos años (Dirección General de Investigación y Extensión Agrícola, 1991)

 

Entre las plagas y virus que lo atacan se encuentran: El Jogoto o gallina ciega (Phyllophaga sp.) Gusanos cortadores (Argotis spp.) Gusano del tomate (Manduca secta L.)  Gusano del fruto (Heliothisspp.), Gusano alfiler (Keiferialycopersicella) (Walsm), Afidos (Myzuspersicae) (Sulzer), Minador (Liriomyza spp.).También Nematodos fitoparásitos como: Meloidogyne incognita, Helycotylenchu ssp., Trichodoru ssp., Criconemoide ssp., Pratylenchu ssp. Y Virus como: Encrespamiento o Curly Top, virus Y, el virus del mosaico del tomate (Productores de Hortaliza, 2006).

 

Entre las enfermedades causadas por hongos o bacterias se encuentran: El Apagón o tizón tardío (Phytophthora infestans), Alternaria o tizón temprano (Alternaria solani), Antracnosis (Colletotrichum phomoides), Mal del talluelo (Rhizoctonia solani), Mancha bacteriana (Xanthomonas vesicatoria) y Fusariosis Vascular (Fusarium sp) (Productores de Hortaliza, 2006).

 

La Fusariosis, producida por el hongo Fusarium sp, se encuentra distribuida en todo el mundo causando grandes pérdidas en los cultivos (González, 2006). El hongo sobrevive en restos de cultivo de una temporada a otra y posee estructuras de resistencia que le permiten perdurar en el suelo por un espacio de 6 años, también sobrevive en restos vegetales o como clamidiosporas (González, 2006), la trasmisión a distancia se da mayoritariamente por semilla, plantines infectados y maquinaria (González, 2006) Localmente se propaga por agua de riego o aire así como trasplante con material afectado (González, 2006). La presencia de una célula basal con forma de pie en los macroconidios se considera característica de Fusarium, pero varios géneros de Coelomycetes también la tienen (González, 2006). Es favorecido por temperaturas cálidas (20ºC) asociada a alta humedad relativa, penetra en la planta a nivel del suelo ya sea por el tallo o raíces superficiales, luego por los haces vasculares es trasladado a toda la planta (González, 2006). Las colonias de los distintos fusarios que crecen moderada a profusamente, tienen diversos colores (blanco, rosado pálido, rojo, anaranjado, púrpura, celeste, verde aceituna o pardo), especialmente (González, 2006).

 

En la Fusariosis Lo primero que se observa a campo es un amarillamiento en las hojas básales posteriormente se marchitan se secan pero permanecen adheridas a la planta. Esta sintomatología va progresando hacía la parte superior de la planta a veces sólo toma un sector de la misma (González, 2006). Al comienzo las plantas muestran marchitez en las horas más calurosas del día recuperándose al final del mismo pero finalmente se marchitan y mueren. Las raíces principales y la base del tallo presentan necrosis vascular. Cuando se corta el tallo se observa el sistema vascular de color marrón  (González, 2006). Existen tres razas del hongo numeradas del uno al tres, esto obedece al orden cronológico en que fueron descubiertas. (González, 2006).

 

Luego que el hongo penetra al tejido vegetal, no existe control químico efectivo para esta enfermedad. La utilización de variedades resistentes es la medida más adecuada para el manejo de Fusarium sp. (González, 2006). En el mercado existen variedades con resistencia a las razas 1 y 2 y en menor proporción a la raza 3. Esta resistencia puede perderse cuando se producen heridas ya sea por nematodos o por el laboreo. Por lo tanto el suelo libre de nematodos así como evitar la ruptura de raíces al laborear el suelo contribuirá a mantener la sanidad del cultivo (González, 2006). Las plantas enfermas deben eliminarse lo más pronto posible a efectos de reducir el inoculo. Las rotaciones con cultivos no huéspedes como el caso de lechuga, acelga. Entre otros son necesarias para el manejo adecuado de la enfermedad (González, 2006).

 

Durante años, las plagas han sido tratadas con un mayor énfasis en el uso de plaguicidas (Jaramillo et al., 2007). Un gran porcentaje de los costos de producción está destinado a la compra y aplicación de agroquímicos, productos que además de encarecer dichos costos, causan serios disturbios al medio ambiente como la destrucción de insectos benéficos y aumenta los riesgos en los consumidores de la hortaliza, la cual es llevada al mercado cubierta de residuos tóxicos (Jaramillo et al., 2007).

 

El control biológico se presenta como una de las mejores alternativas, y una herramienta clave dentro del manejo integrado de plagas; hay falta de conocimiento y experiencia en el uso de estos por parte de los agricultores (Jaramillo et al., 2007).

 

Contribuyente: Daniel Alejandro Ramírez Castro.

Responsable: Joan Santiago Cortínez

Del 30 de abril al 4 de mayo.

 

Durante esta semana nos encontramos haciendo las debidas correcciones del proyecto, las que anteriormente nos habían señalado los profesores y tutores encargados de revisar y de asesorarnos. También finalizando y dando algunos últimos toques a la parte del presupuesto de nuestro proyecto para enviarlo y entrar a la Feria de La Ciencia y La Tecnología Explora (CT+1), se espera el correo con la confirmación para ver si pasamos a una nueva etapa.